Pasajes de nuestra Historia

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(Texto extraído de síntesis histórica de la Compañía cuyo autor es el voluntario Don Leandro Vesperinas Cercadillo Q.E.P.D.)

Se iniciaba la tercera década del siglo XX. El sector oriente de Osorno demostraba un creciente empuje de progreso. Los habitantes de este sector se inquietaban por la falta de interés demostrada por las autoridades de la ciudad que, al igual que las de nivel nacional, estaban dominadas por aquel espíritu centralista que entrababa el progreso de las ciudades de provincia.

          Aquella inquietud prendió hondamente en el alma de caracterizados vecinos del sector de la ciudad que quedaba al Oriente de calle Angulo y empezaron a aunar opiniones.

          La noche del 03 de septiembre de 1932, la sirena del Cuartel General del Cuerpo de Bomberos de Osorno anunciaba incendio, señalando como sitio amagado la Escuela 12 de Octubre (hoy Escuela España) que, en aquel tiempo, ocupaba un viejo edificio situado en el sector de Chuyaca, frente al sitio en que en la actualidad se levanta el hermoso edificio que a raíz del terremoto del 22 y 23 de mayo de 1960, donó a Chile el gobierno español, para que funcionase la escuela guardadora del Pabellón de España.

     Fue esta noche trágica, en que la Tercera Cía. de Bomberos perdió a su voluntario Cesar Ercilla Olea, al estrellarse su auto-gallo que corría veloz al llamado de la sirena contra uno de los tilos que aun adornan la calle Juan Mackena, la que unificó en definitiva las inquietudes de aquellos habitantes. Pocos días después se reunía un grupo de ellos en el local que ocupaba en aquel tiempo la Escuela Nº47, ubicada en calle Balmaceda esquina Errázuriz, de la que era profesor don Leandro Vesperinas. En esta reunión se echaron las bases de la organización de la Sexta Cía., con habitantes del sector Lynch, como se les señalaba en aquel tiempo a aquel grupo de visionarios, y con Cuartel en el barrio.

          A aquella reunión asistieron los Señores Guillermo Hollstein, José Kemp Meller, Ernesto Zout, Samuel Kemp L., Alberto Hinostroza, Carlos Wencel, Carlos Alberto Rosas, Pablo Enoch, Artemio Matamala, Alberto Rosas Santibáñez, Eduardo Alfonso, Ruperto Cárdenas,  Toribio, Félix, Leandro y José Vesperinas Cecadillo, Adrián Aguilar, Nicasio Millar, Nicolás Soto Miranda, Ignacio Carrasco, Héctor Oyarzo Hurtado, Ramón Urrestarazu, Rodolfo Zout Pérez, entre otros.

          Al término de la reunión se acordó solicitar al Honorable Directorio General del Cuerpo de Bomberos de Osorno, la correspondiente autorización para seguir adelante las gestiones para la organización de la Sexta Cía. de Bomberos, cuyo cuartel estaría ubicado en calle Patricio Lynch, en un lugar cercano a la residencia de los postulantes a voluntarios.

          El Directorio del Cuerpo de Bomberos integrado en aquella época por caracterizadas personalidades, merecedoras del respeto de la ciudadanía por sus dotes morales; pero poseídos por aquel espíritu centralista que, como se dijo anteriormente, caracterizaba a las autoridades gobernantes, creían que todo adelanto debía concentrarse alrededor de la Plaza de Armas de la ciudad, timoratas para emprender una obra de progreso si no contaban en arcas de la institución con los dineros necesarios para financiarlo.

Fue así como basado en aquellas normas, el Honorable Directorio General negó la autorización solicitada por los habitantes del sector Lynch.

          La actitud del Directorio General no desalentó a aquel grupo que anhelaba contar una Cía. de Bomberos en su sector, ya que, mientras llegaba el auxilio de las Cías. del centro las llamas ya habían consumado su acción destructiva,  como ocurrió en el caso de la Escuela 12 de Octubre; por el contrario, siguió sus conversaciones con elementos del Cuerpo de Bomberos que sin pertenecer al Directorio General estaban dotados de un ennoblecedor espíritu de hacer progresar la Institución.

          El tiempo transcurría lentamente, pero la antorcha del progreso seguía aumentado su llama e iluminando nuevos espíritus progresistas, hasta que llegó el año 1934. A mediados de año, el Honorable Directorio General del Cuerpo de Bomberos, declaró en reorganización de la Cuarta Cía. de Hachas y Escalas e invitaba a presentar solicitud a nueva gente para que tomara su cargo en la Cía. En estas circunstancias, aparecieron dos grupos: Uno del sector céntrico de la ciudad y otro del sector Lynch. Ambos hacían un total de ochenta voluntarios.

          La mayoría de los voluntarios integrantes de la Honorable Junta Reorganizadora de aquella Cía. correspondía al grupo renovador y como estaban en conocimiento del plan que se tenía trazado el grupo de postulantes del sector Lynch, aceptó sin condiciones a los ochenta ciudadanos para que tomaran a su cargo la Cuarta Cía.

                    Al año siguiente, era reorganizada la Primera Cía. “Arturo Prat”, ésta de agua. Nuevamente, la Honorable Comisión Reorganizadora iba a llamar nuevos postulantes para esa Cía.; pero los 40 voluntarios de la Cuarta Cía. que tenía su residencia en el barrio oriente de la ciudad, partiendo de la calle Angulo, presentaron una solicitud a la Honorable Comisión Reorganizadora, en la que solicitaban que, en consideración al elevado número de que se componía la Cuarta Cía. y lo elevado que resultaría equipar correctamente a todos estos voluntarios, valoraran esas razones y autorizaran a los 40 voluntarios de la Cuarta Cía. que tenían residencia al oriente de calle Angulo, se hicieran cargo de la Primera Cía. “Arturo Prat”.

          La insinuación de estos voluntarios fue acogida y fueron citados al cuartel de la Primera Cía. “Arturo Prat”.  Esto ocurría a mediados del año 1935.

        En aquella misma oportunidad los 40 nuevos voluntarios procedían a elegir el siguiente directorio:

–  Director: Ernesto Zout Pizarro.

–  Capitán: Samuel Kemp

–  Secretario: Alberto Rosas Santibáñez

–  Tesorero: Félix Vesperinas Cercadillo

–  Teniente 1º: Carlos Alberto Rosas Cobo

–  Teniente 2º: Nicolás Soto Miranda

–  Teniente 3º: Adrián Aguilar Hurtado

–  Ayudante: Carlos Wenzel

          Elegido el directorio  la Honorable  Comisión Reorganizadora le hizo entrega de un auto-gallo que partía después de ser empujado por algunos voluntarios; unas tiras de manguera ; unos gemelos y pitones de bronce que pasaron a integrar el Museo del Cuerpo de Bomberos, posteriormente.

          El barrio Lynch unió su alegría a la de sus voluntarios.  

          La Primera Cía. seguía tras el cumplimiento del plan de progreso elaborado cuidadosamente por su directorio y secundado por todos los voluntarios.  Para ello se hizo ver al Directorio General que los voluntarios de la Cía. se sentían disconformes porque siempre eran los últimos en llegar al lugar del siniestro, pues tenían que correr uno y medio kilómetros para llegar al Cuartel General a empujar su auto-gallo. 

       Por este motivo solicitaban del Honorable Directorio General la correspondiente autorización para guardar el auto-gallo y todo el material que la Cía. tenía a su cargo, en un galpón habilitado especialmente, que poseía la firma BONIFACIO VESPERINAS E HIJOS LTDA., en terrenos de su propiedad en calle Patricio Lynch, mientras la Primera Cía. construía un edificio que reuniera todas las comodidades de un Cuartel de Bomberos y que a su vez fuera orgullo de la populosa población del sector oriente de la ciudad.

          Por este Cuartel Provisorio, la Compañía pagaba a los señores Bonifacio Vesperinas e Hijos Ltda. la suma de cincuenta pesos mensuales de la época  y esta firma, a su vez, donaba mensualmente a la Compañía los cincuenta pesos que esta había pagado de arriendo; en otros términos: la firma Bonifacio Vesperinas e Hijos Ltda. no percibía arriendo.

          Ya teníamos Cuartel Provisorio, pero necesitábamos que la sirena de la alarma que el Cuerpo de Bomberos tenía instalada en las CERVECERIAS UNIDAS, fuera trasladada al Cuartel Provisorio de la Primera Cía.: se obtuvo la autorización.  La Primera Cía. previa conversación con la Cía. de Teléfonos, se encargó de hacer tender una línea que uniera directamente la sirena de Cuartel General con la de su Cuartel Provisorio.  Así se consiguió que la alarma de incendios se diera simultáneamente por las dos sirenas.

          La Cía. ya tenía auto-gallo, algunas tiras de manguera viejas pero que, de emergencia algo servían y sirena para alarma; más era indispensable para la seguridad del barrio, un CARRO-BOMBA.

          El Directorio General reconocía la necesidad de dotar a la Cía. de un carro-bomba. Pero afloró el centralismo y la ambición de nuestras Cías. hermanas:  ellas reclamaban el mayor derecho para hacerse cargo del nuevo material que se iba a adquirir y dar a la Primera Cía., una que tenía un buen tiempo de tesonero trabajo. 

          Nuestro Director de aquella época, Ernesto Zout Pizarro, se opuso tenazmente y no cedió un palmo en el debate en que se pretendía cometer una injusticia contra la Primera Cía. y, más que nada, contra un populosos barrio de la ciudad: El Barrio Lynch. 

          La lucha sin tregua por llevar a su cuartel el carro-bomba que se proyectaba adquirir se circunscribió a la PRIMERA y SEGUNDA Cías. Y para decidir, el Directorio General acordó importar un carro-bomba para aquella Cía. que afianzara al Cuerpo en una institución bancaria, en la suma de cincuenta mil pesos. El día siguiente de la reunión el Banco Osorno y La Unión abrió sus puertas a las 9 horas y a las 9:30 horas el documento crediticio estaba en manos del Señor Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Osorno.

          ¿Qué había sucedido? Algo muy simple: el Director Ernesto Zout Pizarro, terminada la reunión del Directorio General, se reunión con el Tesorero de la Cía. y voluntario Félix Vesperinas Cercadillo, que esperaba ansioso ese resultado, y mediante comunicación telefónica con don Guillermo Hollstein, en aquel tiempo voluntario de la  Quinta Cía., se citaron para estar al día siguiente en la escalinata del Banco Osorno y La Unión, y solicitar el crédito que el Cuerpo de Bomberos de Osorno necesitaba para internar, por intermedio de la firma comercial Saelser y Schwarzenberg un carro-bomba marca STUDEBACKER.

          Al conocerse la decisión de la Primera Cía., la Segunda comenzó a movilizarse y al tercer día presentaba, también, otra fianza por igual suma al Superintendente.  Esto obligó al Directorio General, reunido para considerar el problema que planteaban las dos fianzas, el deseo de no privar al sector céntrico y el reemplazo del carro-bomba de la Segunda Cía. que fue el primero que tuvo el Cuerpo, por un carro-bomba más moderno,  al decidirse por la importación de dos carros-bomba: uno carrozado destinado a la Segunda Cía. y el otro, sin carrozar, para la Primera, que debería esperar a que las arcas del Cuerpo de Bomberos tuvieran los dineros necesarios para mandarlo a carrozar a Santiago.

          Los voluntarios de la Primera Cía. no aceptaron una nueva postergación para poder lucir a sus vecinos y colaboradores  una bomba que le diera sensación de seguridad en un caso de incendio. Fue así como el voluntario Gregorio Carrasco,  confeccionó los planos correspondientes para la carrocería y el voluntario Pablo Enoch la construyó, demostrando al Cuerpo que en la Primera Cía. había gente capaz y responsable para levantarla, por lo menos, al mismo nivel de capacidad de las demás Cías. que integraban el Cuerpo de Bomberos de Osorno.

          Llegó el momento en que la Cía. tuvo que empezar a preocuparse por la construcción de su Cuartel Definitivo, pues el provisorio ya era estrecho para guardar los dos elementos motorizados con que estaba dotado. Todo iba viento en popa y se avanzaba en la elaboración del proyecto con el mayor entusiasmo; pero vino la “NOCHE TRISTE” de la Primera Cía.  Las sirenas del Cuerpo de Bomberos, con un lúgubre sonido, anunciaron un incendio en la BARRACA GUNTHER. El auto-gallo de la Primera Cía. partió veloz con unos pocos voluntarios, manejado por el Director, Ernesto Zout Pizarro y yendo a cargo del “PA-PU”, el Tesorero Félix  Vesperinas Cercadillo.  Al llegar a la Plazuela Yungay, el carro chocó con un poste del alumbrado público que estaba colocado en la esquina sur-oriente de la Plazuela, volcándose y dando horrorosa muerte a su conductor, el Director Ernesto Zout P.,  e hiriendo gravemente al voluntario Félix Vesperinas Cercadillo, quien falleciere después; el resto de los accidentados, con excepción del voluntario Pablo Enoch que tuvo que permanecer un año internado en la Clínica Alemana de Santiago, fueron menos graves.

Aunque el tiempo cubra la tragedia con un leve manto de olvido, y más que olvido, de resignación; los Primerinos seguiremos honrando a estos hombres que pasaron a formar parte de nuestra historia, y cuya partida material es el mejor ejemplo que ni siquiera la muerte será capaz de vencer el ideal del bombero voluntario.

          Esta desgracia, ocurrida la noche del 30 de enero de 1939, no hizo detener el impulso de los sobrevivientes, que guiados por la Estrella Solitaria de nuestro Pabellón Patrio, el recuerdo del sacrificio del Héroe Inmortal que sirve de nombre distintivo a nuestra Cía. y el espíritu de nuestros mártires que inmolaron sus vidas en cumplimiento de lo manifestado tantas veces al entonar el Himno de la Primera Cía.:  “NO IMPORTA EL SACRIFICIO, ES ALTRUISMO Y DEBER”, sirvieron de acicate para que cada uno de los voluntarios redoblaran su esfuerzo para continuar el plan trazado por la Cía. para honrar así, a los que legaran, ejemplos del cumplimiento del deber. 

          Ardua labor fue la que cada uno de los voluntarios tuvo que realizar para reunir los dineros necesarios para construir aquel hermoso cuartel destinado a guardar celosamente el material de la Cía. y honrar dignamente la memoria de sus mártires. 

Este cuartel que jubilosamente fue inaugurado el 27 de octubre de  1944, bajo el mandato del  Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, sufrió tales daños a causa del movimiento sísmico del 22 de mayo de 1960, que la inspección técnica lo declaró inadecuado para el funcionamiento de un Cuartel de Bomberos, creando así un  serio problema a la Cía.: debía iniciar una nueva campaña pro-construcción de un nuevo Cuartel.

La Primera Cía., gracias a que sus voluntarios no escatimaban amabilidad para con todo vecino que acudía a honrarlos y a estimularlos en  los actos solemnes realizados en su Cuartel con motivo de la celebración de su aniversario, logró captarse el cariño de toda la población y ya no sólo los habitantes de su sector, sino de la ciudad entera, que respondían generosos cuando se solicitaba una ayuda económica.

Gracias a esa estimación, cuando una comisión de voluntarios solicitó al destacado vecino, don Hugo Schilling, un sitio en calle Patricio Lynch para la construcción del Cuartel destruido por el terremoto, no se hizo repetir el pedido y donó a la Cía. el predio en que actualmente se encuentra ocupado por la estación de servicios COPEC.

Por razones del plano regulador de aquel entonces, la Ilustre Municipalidad  no autorizó la construcción del Cuartel en ese sitio. Después de una tenaz resistencia de la Cía., que movilizó a los habitantes de su sector, que rechazó un predio situado en calle Buenos Aires que la I. Municipalidad ofrecía en permuta; se llegó a una fórmula que fue aceptada por la Ilustre Municipalidad y la Cía. El voluntario Toribio Vesperinas logró convencer a la Comunidad Juan, Eduardo y Manuel Peña, sobre la conveniencia de vender a la I. Municipalidad su propiedad ubicada en calle Patricio Lynch, entre la de la Sucesión Enrique Hott y la de Bonifacio Vesperinas. Aquel sitio fue adquirido por la I. Municipalidad y permutado por el que donó don Hugo Schilling.

Cerrada la herida que provocó a la Cía. el terremoto, la Directiva de ella, férreamente unida al resto de los voluntarios, vivieron noches de vigilia buscando formas de construir un nuevo Cuartel.  El Director de la Cía.,  señor Carlos Alberto Rosas Cobo; el Comandante del Cuerpo, señor José Kemp Möller, en su calidad de voluntario de la Cía.; el Tesorero, señor Adrián Aguilar Hurtado  y el representante de Corhabit, señor Ricardo Ossandon, se reunían noche tras noche con la arquitecto Sra. Ide von Bischoffhausen  , haciendo bosquejos para llegar a encontrar un plano de edificio que reuniera todas las condiciones para que fuera cuartel funcional de un Cía. de Bomberos y cuyo préstamo iba a otorgar Corhabit (ex CORVI) con la fianza de varios voluntarios de la Cía.

Posteriormente no fueron necesarias las fianzas porque el Supremo Gobierno se hizo cargo de reconstruir o construir diversos cuarteles de Bomberos, entre ellos los del Directorio General,  y los de las Cías. 1ra., 3ra., 4ta. y 5ta Cías.

La construcción de estos cuarteles fue iniciada durante la Administración del Gobierno del Excelentísimo señor don Jorge Alessandri Rodríguez y fueron inaugurados durante el Gobierno del Su Excelencia señor Eduardo Frei Montalva.